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Canciones

BESANDO MIS PRISIONES (395)

BESANDO MIS PRISIONES (395)

Besando mis prisiones,
de alegre soledad dulces despojos,
te escribo estos renglones,
Amarilis, al tiempo que mis ojos,
para mayor trofeo,
matan la sed con llanto a mi deseo.


Escucha mi tormento,
si quieres estimar tu alegre estado,
si no es que tu contento
temes que le entristezca mi cuidado,
pues con mis males puedo
a la misma ventura poner miedo.


Oye mis soledades,
que aun de la soledad me siento solo,
y las muchas verdades,
que ha llorado conmigo el santo Apolo,
de aquella misma suerte,
que el juez escucha al que condena a muerte.


Mas aunque condenado
a infierno de rigor, señora mía,
en este despoblado,
donde ni alumbra el sol, ni sale el día,
jamás con tanta pena
te maldigo por juez que me condena.


Es agravio notable
que, siendo tú la parte, me condenes
a muerte miserable,
aunque por bien perdidos doy mis bienes,
pues al Amor le plugo,
siendo mi juez, que fueses mi verdugo.


Y pues te son debidos,
como a ministro hermoso de mi muerte,
recibe mis vestidos,
que, para más dolor, quiso mi suerte
que a mi verdugo fiero,
en paso de matarme, haga heredero.


Y como aquel que expira,
vecina la mortaja y sepultura,
tristes visiones mira
en mi muerte. Así ordena tu hermosura
que vea tu enojo eterno
en vez de las visiones del infierno.


Sólo estoy temeroso
de que no he de morir eternamente,
hasta que sea dichoso;
pues mientras mi dolor esté presente,
porque, en tristeza viva,
eterno me ha de hacer Fortuna esquiva.


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