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Idilios

PUES REINANDO EN TUS OJOS GLORIA Y VIDA (508)

PUES REINANDO EN TUS OJOS GLORIA Y VIDA (508)

Pues reinando en tus ojos gloria y vida,
supo mi alma hallar la muerte en ellos,
de pura luz y de esplendor vestida,
habiendo en tus cabellos
desconocido las prisiones de oro,
que padezco y adoro;
permite a mi dolor y a mi tormento,
por piedad lisonjera,
que, pues he de morir, antes que muera,
mi voluntad ordene y testamento:


Esta alma sin consuelo,
por mandártela a ti, la mando al cielo.
Del cuerpo desdichado,
que tanto padeció por obligarte,
mando a la tierra aquella poca parte
que al fuego le sobró y a mi cuidado.
En tu olvido abrirán mi sepoltura
y llevará los lutos mi ventura.
Que no haya luces ruego:
alúmbrenme mis llamas y mi fuego.


Y en hora tan severa,
mi corazón podrá servir de cera.
Y pues me echarán menos cada hora
para llover en mí calamidades,
solas me llorarán tus crueldades.
¡Dichoso yo si tu desdén me llora
y si tienes por premio del cuidado
apiadarte de un hombre desdichado!
Por no ofender a tu rigor en nada,
quiero que la piedad me sea negada.


A todos dejo en mi dolor ejemplo,
y al desengaño mando hacer un templo.
Y mando, si el caudal a tanto alcanza,
fundar un hospital de la esperanza,
donde se acaben con sus proprias manos
los incurables sanos.
De los bienes y males que poseo,
dejo por mi heredero a mi deseo.


Y de las joyas mías,
que son las advertencias y verdades,
quiero que se rescaten libertades;
y lo demás se gaste en obras pías,
pues muero de crueldades.
Dejar invidia quiero
a quien supiere que por Lisis muero.
Sola a ti, en tal jornada,
por no dejarte, no te dejo nada.


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