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Bailes

UN LICENCIADO FREGÓN (868)

UN LICENCIADO FREGÓN (868)

Un licenciado fregón,
bachiller de mantellina,
grande réplica en la sopa,
grande argumento en Esquivias,

de noche es el quidam pauper;
es el dómine de día;
si le convidan, bonete;
gorra, si no le convidan.

En vademécum de pez
lleva lición de las viñas,
dicípulo a todas horas
de Platón y de Escudilla.

Lleva por cuello y por puños
sus asomos de camisa,
talle de arrasar habares,
cara de engullir morcillas.

Con un ferreruelo calvo
y una sotana lampiña,
de un limiste desbarbado,
entre capón y polilla,

muy atusado de bragas,
muy único de camisa,
para el bodegón, Escoto,
para la estafa, tomista,

a recibirle salió
(el Señor se lo reciba),
para las noches muy ama,
para las compras muy sisa,

Catalina de Perales,
una gallega maldita,
más preciada de perniles
que Rute y Algarrobillas.

Muy poco culta de caldos
por su claridá infinita,
abreviadora de trastos
dentro de una almondiguilla,

y para el carnero verde
mujer de tan alta guisa,
que aun a la Libra del cielo
hurtara la media libra.

Arrufaldada de cara
y arrufianada de vista,
y la color y el aliento
entre cazuela y salchicha.

Y porque oyendo latín
la conozca por la pinta,
la cantó muy cicerona
esta comezón latina:

Pulgas me pican;
el candil está muerto;
ergo sequitur sequitur
que me pican a tiento.

Pulgas tengo, no hay dudar;
y si me dejo picar,
es de los que dan en dar
y con dineros replican.

Pulgas me pican;
el candil está muerto;
ergo sequitur sequitur
que me pican a tiento.

Mal cosido y bien manchado,
lo que dicen hecho pizcas,
de sus zapatos morcillos,
apeó sus patas mismas

Martínez de Colombreras,
del bodegón porcionista,
catedrático de sexto
en casa de sus vecinas

quien para dar madrugón
en la posada que habita,
mejor entiende en España
las leyes de la Partida;

en las vacantes de negra,
rige catreda de Prima,
y en materia de Digesto,
hombre que nunca se ahíta.

La Monda viene tras él,
encarnizada la vista
(si así guisara las ollas,.
más medraran las barrigas),

tan aliñada de brodios
la vez qne mondongoniza,
que lo que en las tripas echa,
después hace echar las tripas.

A las orillas de Tormes,
las topó su señoría,
que el título de corona
ya de título se pica.

Con un cañuto de sal
y en un pan unas sardinas,
presentaron la batalla
a un melonar y una viña.

Y en tanto que el viñadero
o se ausenta o se desvía.
por amartelar los grumos,
cantaron esta letrilla:

«Uva, si quieres subir
a la cabeza después,
hante de pisar los pies:
que no hay medrar sin sufrir.

»Uva, déjate pisar,
si quieres ser estimada,
si no, veráste picada,
ú dejaránte pasar.

»Y si quieres preferir
tu humildad a cuantos ves,
hante de pisar los pies:
que no hay medrar sin sufrir.»

Y porque el melón sabroso
no sienta que no le digan,
esta mortificación
le cantaron con malicia:

«¡Qué hinchado y qué fanfarrón
entre las ramas habita!
Pues sepan que fue pepita,
aunque ya le ven melón.

»La Fortuna, que le trata,
y con su verdor se huelga,
si no madura, le cuelga,
y si madura, le cata.

»Dícenme que la hinchazón
por verdad nos la acredita:
pues sepan que fue pepita,
aunque ya le ven melón.

»Todas son burlas pesadas
en llegando el comprador,
pues cuanto fuere mejor,
más presto le harán tajadas.

»Beso llama a la traición
del que su fin solicita:
pues sepan que fue pepita,
aunque ya le ven melón.

»Los que a su olor desalados
andan, como lisonjeros,
son los que por sus dineros
le han de comer a bocados.

»Lo escrito del cortezón
viene a ser sentencia escrita:
pues sepan que fue pepita,
aunque ya le ven melón.»


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