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Romances

A BUEN PUERTO HABEIS LLEGADO (727)

A BUEN PUERTO HABEIS LLEGADO (727)

A buen puerto habéis llegado,
vendeja de daca y toma;
Satanás os dio el consejo:
no pudo ser otra cosa.


Por dineros me enviáis
como si yo fuera flota,
o banco, teniendo sólo
pies de banco mi persona.


Más cuartos tiene que yo,
aunque tiene menos borra
que mi lengua y que mi barba,
la más cuitada pelota.


Veis que traigo yo mis carnes
asomadas a mi ropa,
más delicado de capa
que de estómago una monja;


que los dedos de mis pies
por mis zapatos se asoman,
como tortuga que saca
la cabeza de la concha;


que como de rebatiña,
que soy gavilán de ollas,
y que sola mi conciencia
es la que come a mi costa;


que es mi casa solariega
diez puntos más que las otras
pues que, por falta de techo,
le da el sol a todas horas;


sabéis que esta villa es mía
por la noble ejecutoria
que hace al desvergonzado
señor de la villa toda;


sabéis que de mi posada,
en sacando yo la sombra,
se muda toda mi hacienda,
vestidos, galas y ropa.


Pues ¿cómo, si lo sabéis,
me pedís con larga prosa
dineros y una merienda,
siendo mujeres y romas?


Si pidiérades narices,
aun fuera cosa más propia,
porque pidiera a un vecino
un pedazo que le sobra.


¿A mí moneda de rey,
que no la alcanzo aun de sota?
¿A mí plata, que, por verla,
las píldoras se me antojan?


Santígüense, hermanas mías,
y echen por allá, señoras,
otra red que saque más;
que aquí ni aun agua hay agora.


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