Skip to main content
Canciones

ATREVIMIENTOS SON DE PLUMA ALTIVA (199)

ATREVIMIENTOS SON DE PLUMA ALTIVA (199)

Atrevimientos son de pluma altiva
querer cantar tu gloria y tu grandeza,
madre de ilustres hijos, si gloriosos;
ciudad a quien abraza la cabeza
de esta Minerva con laurel y oliva
en lazos cuanto doctos, tanto honrosos,
por quien tu nombre tanto se derrama
que aun no cabe en los labios de la Fama,
si después que gloriosa entre ellos suenas
escuro olvido cubre el nombre a Atenas.
Bien sé que exento el vuelo
del canto más ardiente
para impresa tan alta y tan valiente,
mas viendo que hoy el cielo
lenguas de fuego, pródigo, reparte,
en fe que ha de alcanzarme alguna de ellas,
tu gran patrón que pisa las estrellas
con pura fe me atrevo a celebrarte.


Y tú que, desatado de la vida,
mortal prisión, sujeto a pena y llanto,
tomando posesión de tu deseo,
honras y pisas el dorado manto,
si adonde estás es cosa permitida
volver los ojos por tan gran rodeo
a las cosas de acá, mira piadoso
tu pueblo agradecido y religioso,
que de nubes de incenso allá te envía,
cargando con ofrendas este día
tus veneradas aras,
vistiéndolas ufano,
a costa de las galas del verano,
de mil labores raras.
Ve el pueblo a quien quisiste poner vivo
en libertad gloriosa y dulce estado,
cómo, de agradecido y olvidado,
su misma libertad le hace captivo.


Y aunque estés hecho a tonos celestiales,
al blando acento y docto contrapunto
del abrasado serafín amante,
oye del religioso pueblo junto
debidas alabanzas inmortales
a tu muerte santísima y triunfante.
Atiende, que desatan sus gargantas
devotos himnos y canciones santas,
que aunque no son de serafines bellos,
son del que ha de heredar las sillas de ellos.
¿No ves cómo se emplea
en tu alabanza todo?
El que es docto celébrate a su modo,
y el que no, lo desea.
Mira que de diversas voluntades
ocupa y entretiene tu memoria,
pues nace a nueva vida antigua gloria,
a pesar del olvido y las edades.



Ve cómo al aire en competencia espiran,
ya en humo, ya en aliento sus olores,
las aromas y rosas, y el dudoso
no sabe los que escoja por mejores.
No se hartan los ojos cuando miran
el adorno gallardo, si costoso:
que estos engaños a la vista ofrecen
mudas sombras que vivas nos parecen
dar almas a los lienzos los pinceles
y admira en bronce y mármol Praxiteles;
escóndense en brocados
las sendas y caminos
y en blandos velos de los copos finos,
con arte varïados.
Tal la ciudad se muestra en hermosura
diferente en colores y tesoro,
que nos parece primavera de oro
con varia y admirable compostura.


No es ésta, oh gran patrón, la vez primera
que, con universal aplauso y pompa,
te reconoce humilde por amparo.
Acuérdate que al son de triste trompa,
si agora alegre, entonces lastimera,
en lágrimas bañado el rostro claro
aquel jueves famoso por la cena,
de gloria al mundo y a su autor de pena,
la viste, por su dueño enternecida
y de su sangre en púrpura teñida,
visitar tus umbrales,
con pasos penitentes,
hechas las venas y los ojos fuentes,
de su amor liberales,
mostrando que celebra como has visto,
con triste majestad y mano pía,
para mayor grandeza un mismo día,
tu memoria y la altísima de Cristo.


Luego al nacer del año, cuando el cielo
los pobres y desnudos campos dora
y cuando el sol en tiernas rosas bebe
precioso llanto de rosada aurora,
y libre ya de tiranías del yelo
corre la fuente clara, y da la nieve
licencia a las cabezas de los montes
para que puedan ver los horizontes,
cuando extendiendo el pájaro las alas
compite con los prados en las galas,
y mayo más lozano,
coronado de rosas,
si gallardas, no menos olorosas,
en nombre del verano,
las ofrece a la Cruz para guirnaldas,
entonces, como agora, tus devotos
en tu templo cumplieron justos votos,
vistiéndote del robo de estas faldas.


Y aunque es verdad que has visto tantos días
tu pueblo a tu piedad agradecido,
hoy exceso de amor te representa,
pues hasta el sacro Tormes ha querido
que en sus corrientes líquidas y frías
el escamoso habitador lo sienta.
Hoy saca, entre los juncos y las cañas,
abrazada la frente de espadañas,
la barba crespa, honor del sacro coro,
con perlas cana, y roja con el oro.
El murmurar contino
por ti le vuelve risa;
tarda va la corriente que iba aprisa;
y a la haya y el pino
el que guerra les hizo el pie les lava,
y llevando tu nombre al mar inmenso
hará que estime más su pobre censo
que el del Hermo, que tanto el mundo alaba.


¡Oh cómo donde estás pisando esferas,
Alfonso ilustre, generoso y claro,
si cabe nueva gloria, gloria nueva
tendrás en ver amor, si justo, raro,
de los que en tu presencia ver esperas,
mientras al puerto el negro mar los lleva!
Parécerne que, hincadas las rodillas,
al tribunal sanctísimo te humillas,
donde compadecido de esta guerra,
alcanzas cielo a los que diste tierra.
Contemplo tu cabeza
arder en luces bellas
y tus plantas calzar rayos de estrellas,
y con menor belleza
la luna y sol y el resplandor del día.
Ya que contemplo, por virtudes raras,
que en vez de tumba, está tu cuerpo en aras,
vuelta en adoración la cortesía.

Leave a Reply