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Jácaras

CON MIL HONRAS, ¡VIVE CRIBAS! (859)

CON MIL HONRAS, ¡VIVE CRIBAS! (859)

Con mil honras, ¡vive cribas!,
me llaman Mari Pizorra;
y si en jerez me azotaron,
me azotaron con mil honras.


Por lo menos no me vieron
en las espaldas corcova,
ni dije esta boca es mía
al levantar de la roncha.


Tres amas a quien serví
de lo que llaman fregona,
dijeron que les vaciaba
en su servicio las joyas.


Si fue verdad, Dios lo sabe:
no quiero apurar historias;
basta que el chillón no dijo
«hechicera» ni «coroza».


Puedo llevar descubierta
la cara por toda Europa,
porque he vendido mi manto
y porque no tengo toca.


A quien me llama liviana,
la desmienten cinco arrobas
que peso: tómeme a cuestas
el que me cuenta por onzas.


Nadie tiene que decir
de mi vida y de mis obras:
no soy la primer mujer
que contra su gusto azotan.


Si dicen que tengo amigos,
eso me sirve de loa:
que nunca es bueno que tengan
enemigos las personas.


Verdad es que me entregué
a Mojarrilla el de Soria,
de quien dieron mala cuenta
algunos chismes de bolsas.


Fue del mar, vino del mar;
si remaba, poco importa:
los hombres van a galeras,
que no tienen de ir las monjas.


Lo del negro fue mentira
que me levantó la Monda.
¡Para mi punto era bueno
gastar pecados de sombra!


Si ahorcaron a Pablillos,
la culpa tuvo la soga:
por lo menos murió bien,
y con ciegos a mi costa.


La cabeza del verdugo
le servía de garzota,
y el Deo gratias de esparto
fue pepita de la horca.


Lo del corchete es verdad;
no haya miedo que me corra;
mas era muy bien nacido,
y soplón de ejecutoria.


En mi vida eché las habas;
antes me echaba a mí propia;
llamáronme araña, y fue
porque andaba tras la mosca.


Caséme con un mulato,
que fue la fama de Ronda:
tener marido de estraza
no sé yo para qué estorba.


Comiendo la olla un martes
se quedó muerto en las sopas;
y me llaman Desollada,
y como siempre dos ollas.


Si mi vida es la que he dicho,
¿qué tienen que hablar las trongas?
Tengan vergüenza, y aprendan
que hay mucho de unas a otras.


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