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Idilios

¿COMO PUDIERA SER HECHO PIADOSO (385)

¿COMO PUDIERA SER HECHO PIADOSO (385)

¿Cómo pudiera ser hecho piadoso
dar licencia villana al duro acero
para ofender cabello tan hermoso?
Y ¿quién, a tu salud tan lisonjero,
quiso que la arte suya se mostrase
donde el dudoso efecto le agraviase?


Pues si ayudarla intenta diligente,
cuando en peligro está naturaleza,
el experto filósofo y prudente,
¿cómo, quien su tesoro y su belleza,
tejido en esas trenzas, le cortaba,
bien que lo prometiese, la ayudaba?


Mal pudo ser remedio de tu vida
cortar todo el honor y precio de ella,
si se pudiera hallar mano atrevida,
y sin piedad en cosa que es tan bella,
pues cortara, en los lazos que hoy celebras,
tantas vidas amantes como hebras.


El bárbaro deseo del romano,
que las vidas de todos sobre un cuello
quiso ver, por cortarlas con su mano
de un golpe, quien cortara tu cabello
le cumpliera cruel, pues de mil modos
tienen las vidas de él pendientes todos.


Estratagema fue y ardid secreto
el persuadir la Muerte se cortase
cabello a quien, por lástima y respeto,
era fuerza que aun ella perdonase:
que ofender tal belleza quien la viera,
hasta en la Muerte atrevimiento fuera.


A tu propria salud antepusiste
cuerda temeridad en conservarle;
todo lo que merece conociste,
pues fuera no lo hacer desestimarle:
que aun por no te obligar a tal locura,
a sí se corrigió la calentura.


Y cuando medicina tan severa
para dolencia igual sólo se hallara,
ella misma, de lástima, se fuera,.
y la salud, de invidia, se tornara,
pues estaba, sin duda, ya celosa
de ver en ti la enfermedad hermosa.


Si en Absalón fue muerte su cabello,
bien que gentil, también dejar cortarle
lo fue para Sansón; y en ti el perdello
viniera en los sucesos a imitarle,
pues murieran en él cuantos le vieron,
como con el jayán los que estuvieron.


Reine, honor de la edad, desordenado
tu cabello, sin ley, dándola al cielo;
no le mire viviente, sin cuidado,
ni libertad exenta goce el suelo.
Invidia sea del sol, desprecio al oro,
prisión a l’alma, y al amor tesoro.


La Muerte, que la humana gloria ultraja,
le venere hasta tanto que le vea.
blanco ya, del color de la mortaja.
Y cuando edad antigua le posea
y de la postrer nieve le corone,
por lo hermoso que ha sido, le perdone.


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