PRESENTACIÓN
Siempre se ha dicho que el humor es patrimonio de los dioses y que el mejor ejemplo de ello es reírse de uno mismo.
Francisco de Quevedo supo cultivar todos los géneros de la literatura, como dijo Borges de él, “era toda una literatura”,pero fue en la prosa donde realizó obras picarescas, satíricas y festivas, cultivando en ellas un humor cruel e ingenioso.
El humor de Quevedo tiene una capacidad increíble de transformación, que va de lo festivo a lo burlesco, de lo esperpénticoa lo paródico y, por momentos, mas bien negro, desde cuando escribe la dedicatoria de La hora de todos, hasta cuando bromea (muy a menudo), sus obras “hacen reír con enfado y desesperación”,como las cosquillas.
Nadie quedó a salvo de su retorcido humor, ni él mismo. No dejo títere con cabeza, satirizó sobre la honra, sobre Satanás, el castigo eterno o la monarquía, de la que dijo que “para ver cuan poco caso hacen los dioses de las monarquías de la tierra, basta con ver a quién se las dan”. Y, por supuesto, dedicó desproporcionadas sátiras a los taberneros, médicos y alguaciles a los que, como sujetan y prenden, fundió plásticamente con los alfileres y clavos: “Todos los ajuares del infierno, y las ropas y tocados de los condenados, estaban allí prendidos, en vez de clavos y alfileres, con alguaciles”. Sin olvidarnos de los jueces (terrenales):“Menos mal hacen cien delincuentes que un mal juez”. Como vemos Quevedo fue y es un personaje actual y sus sentencias siguen vivas.
De su mano, con ese virtuosismo literario que solo él manejaba, los sucesos más terribles nos llevan a la carcajada, a la risa, que ya Freud consideraba un instrumento liberador.
Nuestra intención, de inicio, no ha sido otra que la de homenajear a este prestidigitador del lenguaje que fue Quevedo, con una exposición de dibujos de aquellos que emulando al vate y con una sola imagen nos provocan la risa y nos liberan durante un tiempo de otros avatares. Fueron más de 90 dibujantes, ilustradores y caricaturistas los que, de forma desinteresada hicieron posible una exposición inicial que hoy, convertida en Museo de Humor Gráfico de Quevedo cuenta con más de 1.000 obras, que, de forma rotatoria, se exhiben y se pueden visitar en el Centro de Día de Villanueva de los Infantes.
A todos ellos nuestro agradecimiento infinito, sin los que nada de esto hubiera sido posible, sin sus aportaciones y sin la ayuda de muchos, que quiero simbolizar en el dibujante Alfredo, la Fundación General de la Universidad de Alcalá y la Excma. Diputación de Ciudad Real.
José Luis Rivas Cabezuelo
Presidente de la Fundación Francisco de Quevedo