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Silvas

O SEA QUE OLVIDADO (402)

O SEA QUE OLVIDADO (402)

O sea que olvidado,
o incrédulo del caso sucedido,
o mal escarmentado,
¡oh peñasco atrevido!,
llevas a las estrellas frente osada,
de ceño y de carámbanos armada,


debajo de ti truena,
que respeta tus cumbres el verano,
y allá en tus faldas suena
lluvioso invierno cano;
y donde eres al cielo cama dura,
das a Guadalquivir cuna en Sigura.


Por de más alto vuelo
te codiciara el águila gloriosa,
pues arrimado al cielo,
lo que no pudo él, osa;
sobre Olimpo nos muestras por momentos
las determinaciones de los vientos.


Escondes a la vista
el yelmo con que Júpiter Tonante,
armado en la conquista,
si no te vio triunfante,
te vio valiente y animoso, y vernos
que hoy le arriman escalas tus extremos.


Coronado de pinos,
el cerco blanco de la luna enramas,
y en los astros divinos,
que son etéreas llamas,
te enciendes por turbar antiguas paces,
y al cielo vecindad medrosa haces.


Son parto de tus peñas
Mundo y Guadalquivir, famosos ríos,
y luego los despeñas
por altos montes fríos,
de tan soberbios y ásperos lugares,
que parece que llueves los que pares.


Baja recién nacido
Guadalquivir, y llega tan cansado,
que le ve encanecido
en su niñez el prado,
con la espuma que hace y con la nieve,
por duros cerros resbalando leve.


Ceñido en breve orilla,
llega a tomar el cetro de los ríos,
y en cercando a Sevilla,
le coronan navíos;
por ser tan noble su primera fuente,
que es de los cielos alto descendiente.


Con pasos perezosos,
al mar camina, como va a la muerte,
y en senos procelosos
por tributo se vierte;
donde yace del golfo respetado
por lo que en él Belisa se ha mirado


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