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Canciones

AUNQUE, SEÑORA, CREO (396)

AUNQUE, SEÑORA, CREO (396)

Aunque, señora, creo
que insisto en mi esperanza vanamente,
a fuerza del deseo
se humana mi dolor, y lo consiente;
y presumo que os veo
para engañar la soledad presente;
mas luego echo de ver que ausente os miro,
en que me quejo al fin, y en que suspiro.
Y dejo de buscaros.
¡Ay, qué injusto rigor! ¡Qué amor tan justo!
Porque esto no es dejaros,
sino seguir ausente vuestro gusto;
mas vos, por no obligaros,
miráis esta mudanza con disgusto.
Perdonadme, señora, si os entiendo,
que ansí por enmendarme no me enmiendo.


Perdón también os pido
del tiempo que he tardado en no entenderos
y de haberos querido,
no pudiendo llegar a mereceros:
que todo error ha sido,
pues nada en mí ha dejado de ofenderos;
y perdonad si holgáis que esté culpado:
que ofenderos jamás he procurado.
Bien puede ser testigo
este destierro fiero y necesario,
en que soy mi enemigo
por excusar de ser vuestro contrario,
que en nada os contradigo;
y este acto en mí es forzoso y voluntario,
si enamorado está mi entendimiento,
y es vuestra voluntad su fundamento.


Pero dadme licencia,
pues no lo ha de querer la suerte mía,
que si vuestra presencia
tal vez interrumpiere la porfía
de esta importuna ausencia,
reciba yo de veros alegría;
porque de andar tan lejos de alegrarme,
con la licencia pienso consolarme.


Bien quisiera deciros
lo que está mi silencio publicando,
después que por serviros
me voy de mal en mal peregrinando;
mas quieren mis suspiros
que los refiera sólo suspirando;
y dice más, si con piedad se mira,
el que dice que calla y que suspira.


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